Sectorial

Construcción: señales de mejora en la obra pública y la obra privada de mayor tamaño



¿Cómo le fue a la construcción en noviembre?

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró un crecimiento del 6,2% i.a. en noviembre, registrando el primer avance interanual tras más de dos años de sucesivas contracciones. A pesar de esta mejora, acumuló una caída del 22,8% i.a. entre enero y noviembre del año pasado, producto esencialmente de la pandemia y la parálisis que impuso sobre la economía como un todo y sobre el sector en particular. Por su parte, en términos desestacionalizados la actividad creció 7,2% frente a octubre, superando con creces los niveles pre-pandemia (17% por encima de febrero).

¿Qué explicó esta dinámica?

El hecho de haber sobrepasado los niveles previos a marzo responde esencialmente a tres factores. Por un lado, el regreso a la actividad de obras que habían estado paralizadas durante varios meses concentra la demanda de insumos en una menor cantidad de meses. En segundo lugar, la demanda sigue alentada por las distorsiones que induce una elevada brecha cambiaria. Finalmente, la obra pública ha comenzado a retomar cierto dinamismo.

En efecto, si bien la recuperación continúo siendo liderada por la demanda de insumos asociada a obras de menor magnitud, de a poco comienzan a observarse una mejora en despachos de materiales dirigidos a obras de mayor envergadura y a la obra pública. Veamos.

En primer lugar, la persistencia de una elevada brecha cambiaria (promedió cerca del 100% en noviembre), siguió incentivando a las familias a realizar refacciones o ampliaciones en el hogar como opción de ahorro, en un contexto donde el poder de compra del salario en términos de materiales tendió a deteriorarse. En este sentido, los despachos de cemento en bolsa crecieron 42,6% i.a. en noviembre, manteniéndose en máximos históricos.

Por otro lado, el temor a una devaluación alentó el acopio de materiales por parte de desarrolladores, que en algunos casos se encontraron con faltantes de stock ante la sólida demanda del mercado. Aquí sobresalen la evolución de los artículos sanitarios de cerámica (+10,5% i.a.), cemento portland (+25,1% i.a.), pinturas para la construcción (+15,1% i.a.) y placas de yeso (+31,1% i.a.).

En segundo término, el relajamiento de las restricciones sanitarias venía permitiendo una progresiva mejora en el número de obras privadas con desarrollo normal, hecho que permitió avanzar en las obras de mayor tamaño y comenzar a apuntalar los niveles de empleo. En este sentido, los despachos de cemento a granel exhibieron en noviembre su primer incremento interanual en 15 meses (+6,1%). Además, los despachos de hormigón elaborado superaron los niveles pre-pandemia, al tiempo que los envíos de hierro y aceros para la construcción se expandieron por primera vez en 25 meses (+2,7% i.a.).

En esta línea, vale señalar que el costo de construcción en dólares se mantiene en mínimos históricos (-60% respecto a 2017, medido al dólar blue), aunque en los meses recientes comenzó a observarse una importante aceleración en el incremento de los costos de los materiales, vinculados al desajuste entre la oferta y la demanda, por un lado, y a cierta incertidumbre sobre el costo de reposición de los insumos ante la expectativas de devaluación imperantes, por el otro.

Por su parte, comienzan a detectarse señales de un repunte en la obra pública, la cual venía enseñando un mayor rezago. En primer lugar, frente a una reducida base de comparación que habían dejado los últimos meses de 2019, los despachos de asfalto saltaron 48% i.a. en noviembre, hilvanando su segundo mes en crecimiento interanual. Asimismo, el gasto de capital del Gobierno Nacional se expandió 4,5% i.a. en términos reales, marcando el primer mes en terreno positivo desde mediados de 2019. No obstante, acumuló a noviembre un retroceso del 25% i.a., en un contexto en el que se priorizaron medidas de asistencia a las empresas y familias por sobre una construcción limitada por razones sanitarias.

¿Qué esperamos?

La construcción seguiría mostrando señales de mejora en los próximos meses. En primer lugar, cabe señalar que parte de la dinámica recesiva del sector en 2020 fue inducida por las restricciones sanitarias impuestas, aunque no por esto sus efectos dejaron de ser menos reales. Por esta razón, en los meses que siguen se observarán variaciones anuales significativas que se verán influenciadas por un componente de “rebote estadístico” dado el ínfimo nivel registrado en los primeros meses del año pasado.

Por otra parte, la confianza de los actores del sector mejora. Según los datos de INDEC, el 39,6% de las empresas del sector privado sostuvo la expectativa de que la producción aumentaría los próximos tres meses (en octubre dicha cifra fue del 35,9%), mientras que los despachos de cemento aceleraron su crecimiento al 33,3% i.a. en diciembre. De todas maneras, esto no alcanzará para que la construcción haya cerrado su tercer año consecutivo en rojo, con una caída en la zona del 20% i.a. (-25% respecto a 2017).

Consideramos que los drivers que vienen apuntalando la actividad se mantendrán vigentes en 2021. Por un lado, una brecha cambiaria aún en niveles altos mantendrá el incentivo a determinados sectores a volcar sus ahorros al “ladrillo”, a la vez que menores restricciones a la actividad permitirán que una mayor proporción de empresas retomen paulatinamente sus obras. A su vez, se sumará el impulso de políticas públicas como el Pro.Cre.Ar., mientras que la obra pública será uno de los motores de la recuperación: esperamos que los gastos en capital crezcan en torno al 50% i.a. en términos reales en el año entrante.

En este sentido, una mayor inversión pública en el sector cumple con el objetivo de consumir pocas divisas e impulsar la generación de empleo en sectores de bajos recursos. Por esta razón, esperamos que sea una de las líneas del gasto que crezca en términos reales este año, siempre que la magnitud de una segunda ola de COVID-19 en el país no conduzca a priorizar la asignación de recursos a suavizar los efectos de esta sobre hogares y empresas.

En sentido contrario, esperamos que el poder adquisitivo del salario y el acceso al crédito hipotecario continúen operando como obstáculos para que la demanda repunte considerablemente: la disparidad entre la evolución del salario y el precio del metro cuadrado seguirá exigiendo una baja adicional en el precio de las propiedades a fines de destrabar las operaciones inmobiliarias.



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