Actividad

Crecimiento de la economía en el primer trimestre, pero con perspectivas negativas para el resto de 2023



La actividad económica recobró ímpetu en el primer trimestre

En marzo, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se estancó respecto a febrero (+0,1% en términos desestacionalizados). No obstante, tras haber caído 1,5% t/t en el 4T del año pasado -afectada por la abrupta merma en la cosecha de trigo producto de la sequía, el mayor impacto de la aceleración de la inflación sobre el poder adquisitivo y el sesgo más contractivo de la política económica-, la economía trepó 0,8% t/t.

Cabe señalar que se corrigieron al alza los datos de enero y febrero, aumentando en 1,1 p.p. el crecimiento punta a punta del primer bimestre. Así, la economía evitó ingresar formalmente en recesión.

De esta manera, la economía exhibió una mejora del 1,3% interanual en marzo y del 1,5% i.a. en el primer trimestre del año,desacelerándose 0,3 p.p. respecto al último trimestre del año anterior.

En marzo, 12 de los 15 sectores mostraron crecimientos interanuales. Los Servicios siguieron liderando las subas, trepando 2,1% i.a. (acelerando la mejora en 1,1 p.p.), con Comercio y Actividades inmobiliarias y empresariales exhibiendo la mayor incidencia positiva. Por su parte, los Bienes se expandieron 0,6% i.a. (acelerando 0,1 p.p. la mejora), encabezados por la Industria (destacándose la performance del sector automotriz) y el sector de Oil & Gas. En sentido contrario, el agro (-12% i.a.) aportó la principal incidencia negativa, gravemente afectado por la sequía.

No podrá evitarse la recesión este año: restricciones de oferta y demanda en retroceso

La sequía representa un shock exógeno en la oferta de USD de magnitud macroeconómica sobre una economía que ya se encontraba profundamente debilitada: el derrumbe productivo y exportador del principal sector generador de divisas del país genera múltiples y simultáneos impactos sobre el frente externo y fiscal y sobre la actividad y los precios. Nuestra estimación es que el PIB se contraiga este año cerca del 3%.

En primer término, durante el segundo trimestre se observará la mayor incidencia directa e indirecta de la caída en la producción agrícola: la abrupta merma en la cosecha de los principales cultivos (en torno al 40%, según las entidades especializadas) implicará un impacto directo de más de 2 p.p. sobre el PIB. Asimismo, con un stock negativo de reservas netas que roza actualmente los USD 1.500 M y un “dólar soja/agro” que entregó resultados por debajo de lo esperado, esperamos un mayor impacto de las restricciones a las importaciones, limitando la oferta de bienes finales e insumos en la economía.

Asimismo, esperamos que todos los componentes de la demanda agregada se vean deteriorados durante 2023. Por un lado, prevemos un retroceso para el consumo privado, que sufrirá el deterioro del salario real y de los ingresos de los hogares más dependientes del Estado (beneficiarios de asignaciones, jubilaciones, etc.) ante una escalada inflacionaria que no esperamos que pueda ser mitigada completamente por las negociaciones paritarias y ante el escaso espacio fiscal para impulsar una robusta política de ingresos.

En este marco, el poder adquisitivo de los trabajadores registrados exhibiría el sexto año consecutivo en caída (calculamos un -2% para 2023), mientras que la corrección de las tarifas de servicios públicos impactará de manera directa sobre el ingreso disponible para consumo de las familias.

Además, en materia de incentivos las recientes medidas del Gobierno lucen contradictorias o inconsistentes. Por un lado, el alza en las tasas de interés pasivas (plazos fijos, por caso) busca generar incentivos al ahorro en moneda nacional, aún con resultados marginales, en un contexto de elevada propensión al consumo e incertidumbre que alienta la dolarización. En sentido contrario, la reciente decisión de reducir el costo de financiamiento para las compras realizadas en el marco del programa Ahora 12 (tasas activas) y aumentar los límites de las tarjetas de crédito busca incentivar el consumo de las familias.

Además, las exportaciones se verán afectadas por la sequía, arrastradas por el derrumbe en los volúmenes de las ventas externas del agro.

Por último, la inversión productiva también se verá golpeada este año, a partir de un desempeño acotado de la construcción; una macroeconomía con fuerte incertidumbre en medio de la transición electoral que genera el efecto wait & see en los inversores; y una caída en la importación de maquinaria y equipo, como consecuencia de las restricciones a las importaciones, a diferencia de una mayor fortaleza que seguirían manteniendo las compras de insumos para el sector automotriz.



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