Finanzas Públicas

La meta fiscal fue la única que se cumplió en 2018



¿Cómo terminó el año fiscal?

En el último mes del año, el déficit primario fue de ARS 135.000 millones. De esta forma, el rojo operativo fue 13% mayor que en el mismo mes del año previo, achicándose 23% en términos reales. Este resultado se explica por una suba del gasto de 22% i.a. (-17% i.a. deflactado), desacelerando el avance frente al 35% i.a. de noviembre y una variación de los ingresos de 27% i.a (-14% i.a. tras descontar la suba de precios). Con este dato, y aislando los efectos del blanqueo, los ingresos del Sector Público Nacional acumulan 18 meses consecutivos creciendo a un ritmo mayor que los gastos.

Por su parte, el pago de intereses superó los ARS 57.000 millones, de modo que el déficit financiero alcanzó los ARS 193.000 millones. Así, esta cuenta aumentó 88% i.a. en diciembre (+28% i.a. en términos reales) frente a igual mes de 2017.

El déficit primario cerró 2018 en ARS 339.000 millones (-2,4% del PBI), un 16% menos que el año previo y 23% si se descuentan los ingresos correspondientes al blanqueo. Más aún, dada la elevada inflación, esto significó un fuerte ahorro en 2018: el rojo primario se redujo 45% i.a. en términos reales. Al incluir los gastos relacionados con el Programa de Inversiones Prioritarias (PIP) -es decir, siguiendo la metodología del FMI-, el déficit totalizó ARS 374.000 millones, apenas por debajo del objetivo establecido en el acuerdo stand-by (ARS 378.000 millones). De esta manera, se alcanzó la meta fiscal con lo justo, lo que habilita los desembolsos del FMI del primer trimestre de este año.

Por su parte, el pago de intereses acumuló ARS 389.000 millones el año pasado, mostrando un aumento de 73% i.a. frente a 2017. De este modo, el rojo financiero pasó de 6,0% del PBI en 2017 a 5,2% en 2018 (5,4% con PIP).

¿Qué explicó la mejora del déficit en 2018?

El déficit primario se redujo a la mitad en términos reales durante el año pasado, marcando un ahorro de 1,4 p.p. del PBI. Este comportamiento respondió a una caída del gasto, ya que los ingresos de la administración nacional disminuyeron en el agregado, producto del deterioro de la actividad y la desaparición de recursos por el blanqueo de capitales. Sin embargo, el comportamiento de los ingresos fue heterogéneo: por caso, los derechos de exportación y las rentas de propiedad sumaron 0,8 p.p. del PBI extra, pero los aportes y contribuciones a la seguridad social cayeron 0,4 p.p. motivados por la contracción de la masa salarial formal.

Las erogaciones primarias se recortaron en 1,8 p.p. del PBI, concentrando toda la mejoría del balance operativo. Los ajustes se vieron tanto en el consumo público como en la inversión. Esto último puede advertirse en los gastos de capital, que cayeron 0,3% del PBI por el freno en la obra púbica (aislando el cambio metodológico que se introdujo respecto al Fondo Federal Solidario de la Soja). Por parte de los gastos corrientes, la reducción más grande se observó en las prestaciones sociales: como consecuencia de la aceleración inflacionaria, estas se licuaron en términos reales. Al actualizarse en base a la inflación pasada, las jubilaciones y asignaciones sociales se rezagan en términos reales cuando la variación de precios se acelera, por lo que su peso en el presupuesto público se reduce. Asimismo, la reforma previsional hizo que el Gobierno “se ahorrara” un trimestre en 2018 -compensado parcialmente con un bono- por única vez. Como resultado, las prestaciones sociales se achicaron 0,5 p.p. del PBI el año pasado.

Por último, el pago de intereses llegó a 2,8% del PBI. De esta forma, se incrementó 0,6 p.p. frente al acumulado de 2017. Esta dinámica respondió a la fuerte depreciación del peso del año pasado, ya que alrededor del 80% de la deuda del Estado Nacional se encuentra nominada en divisas.

¿Cómo se buscará el equilibrio primario en 2019?

Este año, el acuerdo con el FMI establece una meta más exigente sobre el resultado primario: alcanzar el equilibrio entre ingresos y gastos, conforme a la metodología del Fondo (es decir, incluyendo PIP, lo que implica un ahorro de 2,7% del PBI frente al rojo de 2018). El Ministerio de Hacienda proyecta que la anulación del déficit esta vez no dependerá absolutamente de reducir el gasto, sino de una combinación entre una caída de las erogaciones (-1,5 p.p. del PBI) y un aumento de los ingresos (+1,2 p.p.). El gasto público disminuirá principalmente por la caída de subsidios, gastos de capital y transferencias a provincias, mientras que los ingresos crecerían traccionados por las retenciones y la generación de recursos no tributarios (inversiones financieras y ventas de activos), ya que los ingresos impositivos cederían, producto de la recesión.

Considerando la sensibilidad de la recaudación frente a la caída de la actividad, el cumplimiento del objetivo fiscal luce optimista. Concretamente, estimamos que el avance de los ingresos será menor al presupuestado a la par que el ajuste del gasto se verá limitado por ciertas rigideces. Por lo tanto, conforme a nuestras proyecciones, el déficit primario rondaría el 0,5% del PBI, de no introducirse nuevos impuestos ni transferencias de Servicios Públicos a provincias mayores a las pautadas. De todas formas, esto no afectaría los desembolsos acordados con el FMI, ya que la diferencia entre la meta y el resultado sería acotada.



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