Precios

La suba del dólar encareció los alimentos



¿A quiénes afectaba más la inflación?

La inflación no afecta a todos por igual ya que más allá de la posibilidad que pueden tener ciertos sectores de proteger el valor real de sus ingresos (a través de paritarias, por ejemplo), no todos los precios suben en la misma magnitud. De este modo, de acuerdo a los factores se encuentren detrás del proceso inflacionario, el aumento de precios perjudicará en mayor medida a algún sector de la población: la inflación será regresiva en tanto afecte a los de menores ingresos o progresiva en el caso opuesto.

En este sentido, como la inflación estuvo liderada por los aumentos en Servicios Públicos y por incrementos salariales durante 2017 y los primeros meses de este año, en este período la inflación no habría sido regresiva gracias a que la tarifa social se limitó el impacto en los hogares de menores ingresos, a la vez que los mayores salarios, al tener un mayor peso en los servicios, impactaron más en el poder adquisitivo de una parte más elevada de la pirámide social.

De hecho, entre enero 2017 y abril 2018, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) –que no mide inflación, pero refleja el incremento en el costo de alimentarse correctamente- creció alrededor de 30%, mientras que el IPC GBA (el ámbito de valorización de la canasta) avanzó casi 34%. Por lo tanto, si bien no hay una diferencia muy importante, esto implica que los alimentos de primera necesidad crecieron menos que el IPC en el período y en consecuencia, se puede aseverar que la inflación no afectaba particularmente a la población más vulnerable en dicho período.

¿Qué pasó tras el inicio de la inestabilidad cambiaria?

El período abril-octubre de este año, caracterizado por la turbulencia cambiaria, habría agregado un componente regresivo al proceso inflacionario ya que los precios de muchos alimentos básicos reaccionan en mayor medida ante un dólar más caro –el tipo de cambio se depreció más de 75% que en este período-. En efecto, la comparación arroja un cambio en la tendencia: junto a un aumento de 30,2% del IPC se registró un avance de 37,3% de la CBA.

Esto refleja que los alimentos se encarecieron en términos relativos y que, a pesar de que en la canasta de consumo de sectores acomodados hay una porción relevante de bienes dolarizados -que a priori son los que se piensa como más perjudicados por la depreciación del Peso-, la inflación fue regresiva desde que comenzó la inestabilidad cambiaria. Es decir, afectó más el poder de compra de los sectores más vulnerables, que destinan una mayor parte de sus ingresos a los alimentos.

Este fenómeno no sería un problema en tanto los ingresos de la población, particularmente de los sectores postergados, evolucionara como los precios de los alimentos. Sin embargo, entre abril y octubre los salarios de la economía habrán crecido en torno al 15%, siendo menor el incremento de los trabajadores informales, asociados en mayor medida a este sector de la población. Además, la jubilación mínima y la AUH subieron menos de 13% en el período.

Por lo tanto, cualquiera sea la medida que se tome, es evidente el deterioro del poder adquisitivo: la AUH solo cubre tres cuartas partes de la necesidades alimentarias de un niño y un trabajador con ingresos de $10000 apenas puede reunir el dinero necesario para alimentar a una familia tipo.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

En principio, nuestro relevamiento de precios quincenal reflejó que durante la primera mitad de noviembre la desaceleración en los alimentos se dio a un menor ritmo que en el resto de los precios de la economía. Más aún, los mayores incrementos se observaron en almacenes, autoservicios y comercios de cercanía (carnicerías, verduleras), lugares a los que los sectores con menos recursos concurren con mayor frecuencia. Por este motivo, no esperamos una reversión de esta tendencia en lo que resta del año. Sin dudas, este es uno de los factores que explicará un aumento de la pobreza en el segundo semestre del año.

Sin embargo, no esperamos que esta dinámica se extienda el año que viene ya que si bien las presiones sobre los precios de los alimentos continuarán (aumentos tarifarios que impliquen mayores costos de producción, presiones cambiarias en la previa electoral y recomposición de los márgenes de ganancia en la medida que la economía comience la recuperación), una trayectoria del dólar más calma no generará otro salto abrupto como el observado desde abril a la fecha. Paralelamente tendrá lugar una recomposición de ingresos algo más significativa, ya que la nueva fórmula por la cual ajustan las jubilaciones y la AUH comenzarán a captar la actual aceleración inflacionaria.

 



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