Empleo e Ingresos

Pese a la recesión, no hubo destrucción de empleo



Con el pie izquierdo

El PBI comenzó el 2019 con una caída del 5,8% i.a., y registró un breve retroceso en la medición desestacionalizada (-0,2%) respecto al último trimestre de 2018. De esta forma, a pesar de que el nivel de actividad es 6,7% menor al máximo alcanzado durante la era Macri (cuarto trimestre de 2017), la recesión parece haber encontrado su piso.
El principal componente del PBI que ayudó a ponerle freno a la recesión fue la demanda externa gracias a la mejora de la competitividad cambiaria y a la buena cosecha agrícola. El volumen de exportaciones creció 1,7% i.a. y fue levemente mayor que en la última parte de 2018 (+0,3%). Por su parte, la demanda interna volvió a desplomarse, marcando una contracción del 12% i.a. y acumulando al primer trimestre de 2019 un retroceso de 1,6%, desestacionalizado. En este sentido, también contribuyó al freno de la recesión el desplome de las importaciones (-25% i.a.).
Dentro de la demanda interna, se destaca la estrepitosa caída del consumo privado, que alcanzó los dos dígitos (-10,5% i.a.) y dejó al consumo de los hogares en niveles de 2010. En la misma línea, la inversión cayó más de 24% i.a., pasando a representar sólo el 16,9% del PBI, nivel que no registraba desde el 2009.
Por último, el consumo público exhibió señales positivas. El mismo registro una leve caída del 0,2% en la comparación interanual y una significativa mejora en la comparación trimestral (+2%, desestacionalizado). Dicha mejora da cuenta del mayor gasto de los gobiernos subnacionales en el marco de un año electoral, los cuales necesitan compensar – al menos parcialmente- los efectos negativos del contexto macroeconómico y el menor gasto público de la Administración Nacional producto del endurecimiento de la meta fiscal.

¿Cómo impactó la dinámica de la actividad en el mercado de trabajo?

Luego de la cuarta contracción trimestral consecutiva del PBI, resulta de interés indagar acerca de las consecuencias de esta performance sobre el mercado laboral. En este sentido, se debe destacar que pese a la fuerte recesión, no se observa destrucción de empleo.
Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), durante el primer trimestre de 2019 se observó un incremento de 1,7% i.a. en la cantidad de ocupados. Como esta dinámica se dio junto a una mayor expansión (+2,7% i.a.) de la Población Económicamente Activa (PEA), el resultado fue un aumento en el desempleo, que afectó al 10,1% de la PEA durante los primeros tres meses del año. De esta forma, trepó 1 p.p. respecto al primer trimestre del año pasado (9,1% de la PEA).
Esto demuestra que continúa vigente el efecto “trabajador adicional”: como consecuencia de la caída del poder adquisitivo de los hogares, hay más miembros buscando empleo para poder mantener el mismo ingreso real que antes. En este sentido, sobresale que las personas ocupadas (o subocupadas) que activamente están procurando un empleo creció casi 20% i.a.
Por otro lado, esto implica dos cuestiones adicionales. En primer lugar, refuerza la idea de que el ajuste en el mercado laboral se dio por el lado de los salarios: no hubo destrucción de empleo pero el poder adquisitivo de los ingresos laborales retrocedió más de 11% i.a. en el primer trimestre del año. En segundo lugar, sugiere una mayor precarización del trabajo.
En relación a este último punto, si se extrapolan los datos de la EPH (que abarca 31 aglomerados urbanos) al total de la población y se los compara con la información sobre el empleo registrado del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) se observa que la mayor cantidad de puestos de trabajos se explica por una expansión del empleo informal (casi 6% i.a.) que más que compensó el deterioro del segmento formal (-2% i.a.).

¿Qué prevemos lo que resta del año?

Luego de haber tocado piso en el primer trimestre de 2019, esperamos que la economía comience a recuperarse. En primer lugar, esto será la consecuencia de una cosecha récord en el segundo trimestre, que impulsará el sector agropecuario y las actividades conexas. Por otro lado, la estabilidad cambiaria iniciada hace unas semanas brinda una mayor previsibilidad –al menos en el corto plazo- y colabora con una desaceleración de la inflación que ayuda a mejorar –moderadamente- los ingresos reales en el mes a mes en un contexto de incrementos salariales tras las negociaciones paritarias.
Adicionalmente, los distintos estímulos no salariales al consumo (créditos ANSES, Ahora 12) se sumarán al adelanto en el aumento de la AUH, al pago del medio aguinaldo y a los incrementos por movilidad a los jubilados en los próximos meses, impulsando el ingreso disponible para consumo en pos de lograr un mayor dinamismo en la economía durante los próximos meses.
De este modo, la mejora en el mercado laboral se dará por un leve incremento del salario real en el transcurso del año y, en el mejor de los casos, por una recuperación del empleo formal. Sin embargo, prevemos que esta última demore más tiempo, ya que requiere una consolidación de la recuperación económica. Mientras tanto, el crecimiento del empleo informal emerge como una alternativa para incrementar los ingresos laborales, pese a las peores condiciones que lo caracterizan.
Esta dinámica tiene como condición necesaria de que el dólar se mantenga estable. En caso que esto no suceda, cualquier atisbo de recuperación será abortado y con ello, es muy probable que continúe el deterioro en los distintos indicadores del mercado de trabajo.



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