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Retroceso de la industria en el final de 2022, ¿qué esperar para 2023?



La industria terminó con un crecimiento en el promedio de 2022

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) creció 4,3% i.a. en el promedio de 2022, exhibiendo los niveles más altos desde 2017.

Al interior, todos los sectores mostraron crecimiento en el promedio anual. En este sentido, un posible análisis surge al dividir al indicador en tres grandes grupos: (i) Bienes de capital; (ii) Bienes de uso intermedio y durables; y, por último, (iii) Bienes de consumo no durables.

Los bienes de capital exhibieron un crecimiento promedio de 8% i.a. en 2022, lo cual explicó 1,5 p.p. de la variación total anual (aproximadamente un 36% de la suba) y operaron en niveles máximos de la serie que inicia en 2016. Este grupo es el que exhibió la variación más alta, en un contexto en el cual (i) la profundización del cepo cambiario da incentivos a la inversión en bienes de capital como alternativa de ahorro; (ii) la prevalencia de tasas de interés real negativas durante la primera parte del año haciendo más atractiva a la inversión en este tipo de bienes y (iii) la existencia de créditos subsidiados a PyMEs (la participación sobre el total del financiamiento a empresas rozó máximos históricos) en la mayor parte del año también fueron un factor que incentivaron a esta industria.

Le siguieron los bienes de uso intermedio/durables, con un crecimiento de 3,5% i.a., lo cual explicó 1,1 p.p. de la suba del nivel general (25%).

Por último, los bienes de consumo no durables treparon 3,2% i.a. en 2022, y por su mayor peso dentro del nivel general, tuvieron una incidencia de 1,7 p.p. sobre la variación del IPI (40%). Aquí no sólo entran los alimentos y bebidas, sino también se encuentran, por ejemplo, indumentaria, productos farmacéuticos, entre otros. En este sentido, la cifra positiva puede estar vinculada a un incentivo a “adelantar consumo” (estimamos que el consumo privado haya crecido en torno al 10% i.a. en el promedio de 2022) en un contexto de fuerte aceleración inflacionaria y la necesidad de desprenderse rápidamente de los pesos.

¿Cambio de tendencia en el cierre del año?

Pese al crecimiento en el promedio anual, desde septiembre se advierte un enfriamiento de la producción industrial. El indicador exhibió una caída interanual de 2,7% en diciembre (la primera en once meses). Esto significó un estancamiento en el último trimestre del año (+0,0% i.a. en el 4T). Asimismo, la industria mostró una caída desestacionalizada de 1,2% m/m en el mes, consolidando el desempeño con vaivenes del sector a lo largo de todo el año, ya que no pudo acumular dos meses consecutivos de mejoras mensuales. Esto significó que en el crecimiento punta a punta (es decir, diciembre 2022 vs diciembre 2021) haya habido un retroceso (-1,5%).

Otra manera de observar las señales de enfriamiento en el sector es con la tendencia-ciclo: tras acumular 26 meses en terreno positivo, cambió la tendencia en julio y ya acumula seis meses consecutivos en terreno negativo (-0,4% fue el último dato de diciembre).

¿Qué esperamos para este año?

Un primer factor a tener en cuenta es la sequía que impactará este año y disminuirá la cosecha de los principales tres cultivos (ya se estima una merma de al menos el 20% para el tándem trigo-maíz-soja, según las entidades especializadas). Esto impactará negativamente no sólo sobre las industrias directas (como molienda de oleaginosas), sino también sobre las indirectas (transporte, maquinaria agrícola, industrias alimenticias), que en conjunto tienen un peso importante sobre el PIB industrial (representan aproximadamente un cuarto del nivel general).

Además, en un contexto de menores volúmenes de exportaciones producto de la mencionada sequía, no hay que descartar que el Gobierno deba implementar nuevas restricciones a las importaciones para administrar la escasez de divisas, pudiendo complicar el abastecimiento de insumos para determinados sectores industriales y complicando el normal funcionamiento del sector.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el sesgo contractivo de la política económica que se observó a partir de la segunda mitad del año pasado seguirá prevaleciendo en 2023, incluso siendo un año electoral. Se intentará mantener las tasas de interés  en terreno positivo, lo cual encarece el acceso al crédito para la inversión en bienes de capital o durables, mientras que también se vería reducido el gasto de capital. Respecto a este último punto, la incertidumbre propia que trae el proceso electoral también podría incentivar a posponer compras relacionadas a este tipo de industrias.

También implica que exista un escaso margen fiscal para incentivar a determinados sectores industriales (créditos subsidiados a PyMEs, o incluso bonos/transferencias para incrementar el consumo, entre otros). A su vez, la corrección de las tarifas de servicios públicos no sólo reduce el ingreso disponible de los hogares (con posible impacto sobre la demanda interna), sino que también encarece el costo de electricidad y gas de las empresas del sector.

Todos estos factores que operarán este año implicarán que la industria exhibirá un desempeño más acotado que en 2022, más en línea a la performance del último trimestre del año pasado.



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