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Venezuela | ¿K.O.?



El primer mes del año fue considerablemente tumultuoso para la economía venezolana. Aunque el recrudecimiento de las restricciones externas y productivas era un hecho previsible para finales de 2018, la escalada reciente en las tensiones diplomáticas (foráneas y domésticas) y políticas que enfrenta la administración de Nicolás Maduro parecen acarrear implicancias económicas severas, lo que fuerza a reconsiderar las expectativas y pronósticos para los meses venideros.

El punto más destacable se evidenció en el entorno petrolero. El 28 de enero, el gobierno de Estados Unidos impuso sanciones a la estatal petrolera Pdvsa las cuales, a efectos prácticos, cierran por completo su acceso al mercado estadounidense. En particular, las nuevas restricciones detienen desde ahora el flujo de crudo y diluyentes que se venden y compran respectivamente al país norteamericano, con efectos inmediatos sobre los ingresos que percibe
la República por su principal rubro de exportación.

La pérdida repentina de su principal socio comercial no representa un buen augurio para la industria petrolera venezolana que, según fuentes secundarias de la OPEP, contaba con una producción de solo 1,15 mb/d para finales de 2018, y arrastra desde ese período una caída diaria promedio de 45 kb/d en ese año.

En Ecoanalítica estimamos que estas sanciones puedan afectar un flujo de divisas cercano a los USD 3.155 MM que esperaban percibirse entre febrero y abril de este año. El alcance del daño estaría sujeto a la subsecuente comercialización de los envíos de crudo inicialmente destinados a Estados Unidos hacia mercados alternativos, un mecanismo no exento de complicaciones contractuales y logísticas y que depende de la capacidad de renegociación y técnicas de Pdvsa. En tal sentido, de prolongarse las sanciones, la disponibilidad de divisas de la nación puede verse comprometida.

En el ámbito de precios, enero marca el décimo quinto mes en hiperinflación, que acumula 22.296.214,3% desde que empezó en noviembre de 2017. El mes registró la semana con la inflación más alta (67,7%) inmediatamente después de anuncios en materia económica, que incluyeron un aumento de 300% del salario mínimo y la entrada en vigencia de restricciones al crédito.

El Banco Central ha empleado de forma muy agresiva las diferentes tasas de encaje bancario como instrumento de política monetaria y cambiaria. El BCV utiliza el encaje bancario como una forma de reducir la liquidez generada por la actividad crediticia y con ello prevenir el alza del tipo de cambio paralelo; esto a costas del rango de maniobra del sector financiero. En un periodo de tres semanas se elevó el encaje marginal a 60%, se derogó un encaje especial sobre reservas excedentarias, y se volvió a elevar el encaje a marginal a 100%. Según el BCV, esto corresponde a intervenciones cambiarias para defender un tipo de cambio de BsS 3.300. La medida logró contener el alza de la tasa paralela; que había acelerado su depreciación en las primeras semanas del mes. Sin embargo, el BCV agotó el uso del encaje como instrumento de  estabilización cambiaria, quedándose sin muchas alternativas para cuando, eventualmente, el tipo de cambio no oficial vuelva a depreciarse.

En Ecoanalítica considerábamos un escenario base para inicios de año con el recrudecimiento de las condiciones macroeconómicas, sin una respuesta de política económica por parte del Poder Ejecutivo. A efectos prácticos se mantuvieron esas premisas; solo que la entrada en vigencia de sanciones amplias a Pdvsa introduce elementos adicionales que hacen mucho más difícil evaluar una dinámica económica ya de por sí compleja.



Ecoanalitica (Alianza LAECO)

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