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Las “Tasas Chinas” bajo amenaza: ¿qué pasa en el Gigante Asiático?



Síntesis

•China se constituyó en las últimas décadas como el principal motor de crecimiento de la economía global, siendo uno de los principales actores en el flujo de comercio e inversiones y animando la actividad económica en un mundo que más recientemente se encontraba acusando el impacto de la crisis subprime.

•No obstante, el gigante asiático se encuentra deteniendo su marcha, enfrentando una serie de transformaciones, con sus principales motores de crecimiento bajo amenaza y lidiando con una crisis inmobiliaria.

•El gobierno chino aún cuenta con herramientas para evitar una agudización de la crisis inmobiliaria, aunque su crecimiento se verá afectado de forma negativa, evento que desafía a nuestra economía a delinear estrategias de diversificación de destinos de exportación a futuro.

Las “Tasas Chinas” bajo amenaza: ¿qué pasa en el Gigante Asiático?

China se constituyó en las últimas décadas como el principal motor de crecimiento de la economía global, siendo uno de los principales actores en el flujo de comercio e inversiones. Mientras que en 2001 concentraba el 4% del flujo comercial (importaciones + exportaciones), en 2022 explicó el 14,5%. En el mismo lapso su participación en el PIB mundial -medido a Paridad de Poder Adquisitivo (PPP) – trepó a cerca del 20% desde menos del 7% a inicios de siglo. Asimismo, en 2001 China acaparaba menos del 3% del stock mundial de IED en el extranjero, mientras que en 2022 representó el 13,7%.

No obstante, luego de una década creciendo a un ritmo promedio del 8% anual (2009-19), erigiéndose como el principal animador de una economía global que se encontraba acusando el impacto de la crisis subprime, con una demanda pujante que ayudó a sostener el precio de las commodities en beneficio de países como el nuestro, el Gigante Asiático está deteniendo su marcha.

Por un lado, hacia finales de 2022 el gobierno chino puso fin a su política de Covid Cero, dejando atrás una extendida lucha que generó que ciudades enteras se cerraran en el lapso 2020-22, lo que afectó negativamente a su tasa de crecimiento (4,5% a/a).

Sin embargo, la actividad no repuntó como se esperaba en 2023. La evolución del Producto en el 2T anotó un magro 0,8% t/t y desaceleró respecto al 1T del 2023 (+2,2% t/t). Asimismo, el avance de los precios mostró una marcada desaceleración, anotando en julio su menor registro de -0,3% i.a. -repuntando levemente en agosto (+0,1% i.a.).

Esto elevó los temores del ingreso a un sendero deflacionario que tensó aún más la situación económica, dado que este escenario presionaría a la baja el precio de los activos, postergaría un ya debilitado consumo y elevaría el peso de las deudas contraídas.

¿Qué está pasando en China?

La economía china viene sufriendo una serie de transformaciones. En primer lugar, en 2022 la población se redujo por primera vez desde 1961. Si bien esta dinámica estuvo influida por el COVID-19, esta tendencia es previa. Y es que, a pesar de comenzar a abandonar la política de único hijo en 2015 y de comenzar incluso a fomentar familias más numerosas desde 2021, la tasa de natalidad continuó decreciendo en los últimos años.

En segundo lugar, sobresale una creciente tasa de desempleo urbano juvenil -de 16 a 24 años- que orilló el 22% en junio de 2023 (vs 15% en 2021) y que, luego de ello, las estadísticas oficiales dejaron de publicar. Esta tendencia puede estar siendo influida por un crecimiento económico insuficiente para absorber a la nueva fuerza laboral. Esto se da en el marco de un crecimiento de la población en edad de trabajar -15 a 64 años- que viene reduciéndose ininterrumpidamente desde el 2017.

De este modo, China se enfrenta a fenómenos similares a los que lidian economías más maduras. Si bien pertenece a las economías más grandes, aún tiene un largo recorrido para converger con los países más desarrollados. Su PIB per cápita -medido a precios PPA 2011- aún se encuentra muy por debajo de Estados Unidos (-72%), la Unión Europea (-60%) o incluso países vecinos como Corea del Sur (-60%) y Japón (-56%).

Asimismo, los principales motores de su crecimiento económico, a saber, las exportaciones (+20% PIB), por un lado, y la inversión (+40% PIB), en particular en el sector inmobiliario (25% del PIB), por el otro, se encuentran afectados por una serie contingencias.

En los primeros ocho meses de 2023, las exportaciones acumularon una caída del 6% y las importaciones anotaron otro 8% i.a. Una de las principales razones detrás de ello es la guerra comercial en curso con Estados Unidos -ejemplo de ello es la Inflation Reduction Act (IRA) en USA, que impone requerimientos de componentes nacionales a la industria de vehículos eléctricos-, que ha hecho que la economía asiática comience a perder participación en dicho mercado. A ello se le suma la desaceleración económica que transita la UE.

No obstante, aún es pronto para vislumbrar la tendencia que seguirá el comercio bilateral, ya que se advierte que, lejos de desacoplarse, podría derivar en una “tercerización” -reexportar desde terceros países como Vietnam, por ejemplo-; o bien empujar a una relación más estrecha con bloques como la UE -aliado tradicional de EE.UU.- y otros países, fragmentando el comercio internacional.

La crisis del Real Estate

Más grave aún es la crisis inmobiliaria en curso. En los últimos años, el sector dinamizó la economía asiática y fue un gran receptor de inversión de gobiernos locales, desarrolladores privados y como destino de ahorro de las familias chinas.

No obstante, se fue gestando una burbuja que, con el freno en la marcha del crecimiento económico, se enfrenta a una caída en las ventas de viviendas que sólo en 2022 se contrajeron un 28% anual. Para peor, según las proyecciones del FMI, la recuperación comenzaría recién entrado el 2024 y sólo para los desarrolladores públicos.

En estas condiciones, grandes operadores inmobiliarios, como el conocido Evergrande, se encuentran en serios inconvenientes financieros, con demora en pagos de deudas, en especial aquellas contraídos en el exterior y entrega de viviendas incumplidas.

En consecuencia, la evolución interanual de los precios de las nuevas construcciones viene cayendo hace más de un año -al igual que de las construcciones existentes-. A su vez, visto por regiones, se observa que las ciudades de menores ingresos son las más castigadas, mientras que las cuatro principales regiones sostienen su precio.

¿Cuál es la importancia del Real Estate y cómo surgió la burbuja?

En 1994, como parte de la transformación hacia un sistema económico “socialista de mercado”, el gobierno chino reformuló el sistema tributario, medida que descentralizó una serie de obligaciones ahora a cargo de los gobiernos regionales y, a su vez, recortó la participación que tenían en los ingresos fiscales.

En este contexto, los gobiernos locales, en búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento, comenzaron a vender derechos de propiedad de tierras[1] y, como consecuencia, a elevar sistemáticamente los precios por ellas controlados.

El land finance system permitió a las gestiones descentralizadas cumplimentar con los objetivos económicos diseñados por el gobierno central, con un sistema político que incentiva a un esquema de competencia entre las gestiones locales en presentar un desempeño exitoso en pos de que los administradores logren avanzar y promover su carrera política.

Este sistema permitió generar ingresos por rentas presentes y futuras y funcionó como garantía para la obtención de préstamos bancarios; ingresos que luego eran volcados por las regiones para invertir en obras de infraestructura y desarrollo urbano.

De esta forma, y en medio de un crecimiento vigoroso, la población urbana más que se duplicó, alcanzando un 64% en 2022 del total de la población, mientras que en 1994 era de tan sólo un 30%.

No obstante, esto condujo a un exceso de apalancamiento e inversión. Por caso, durante 2022 las autoridades chinas ordenaron a Evergrande la demolición de un complejo de 39 edificios con destino turístico en la provincia de Hainan.

Asimismo, luego de la reforma fiscal y una serie de regulaciones un nuevo actor, denominado Local Government Financial Vehicles (LGFVs), comenzó a tomar protagonismo en el sistema financiero chino.

La función de estas empresas públicas consiste en colocar bonos de las ciudades en el mercado, generar financiamiento para la inversión en infraestructura y alcanzar los objetivos económicos de las regiones, generando una extensiva red de conexiones entre sectores –real estate, bancos, compañías de seguro, etc- Según estimaciones del FMI, la deuda de los LGFVs trepó al 50% del PIB en 2022.

De hecho, sectores financieros como el Shadow Banking se encuentran muy expuestos tanto a las LGFVs como al real estate. Estas instituciones, que ofrecen intermediación crediticia y ejercen sus actividades por fuera de los marcos regulatorios de la banca tradicional, son un segmento muy monitoreado a escala mundial.

Por el contrario, con una banca tradicional china predominantemente estatal y muy regulada, el Shadow Banking ofrece financiamiento para la compra de terrenos y activos demandados tanto por la banca tradicional, como las LGFVs y el real estate.

En este marco, en medio del freno de la marcha económica y la crisis inmobiliaria, la exposición del Shadow Banking produjo en mayo de este año que la empresa Xinhua Trust quebrara.

Por último, si bien la banca tradicional ha iniciado un fuerte proceso de desapalancamiento del shadow banking -a excepción de las pequeñas, más rezagadas-, aún se encuentran muy expuestas. Asimismo, las hipotecas trepan al 30% de los préstamos realizados por los bancos públicos.

Riesgos y derivaciones

El escenario de un eventual estallido del real estate tiene ciertas limitaciones a la hora de pensar en un contagio masivo hacia el resto de los sectores y un colapso de la actividad China.

Las regulaciones segmentan geográficamente a la banca tradicional. Esto se debe a que los bancos se ven obligados a prestar servicios dentro de las regiones y sólo si cuentan con una licencia pueden realizar en otra, aunque de contar con ella las presiones de los gobiernos locales para redirigir el crédito dentro de la región desalientan las operaciones extrarregionalas.

En segundo lugar, el gobierno chino cuenta con herramientas que podrían apuntalar al sector y evitar una caída profunda. En concreto, aún podría reducir las tasas de interés -en agosto, el PBOC recortó por segunda vez al hilo la tasa a un año, situándola en 2,5%-, haciendo más asequible la compra de viviendas y, al contar con el monopolio de la tierra, puede evitar un descenso muy abrupto de los precios.

También cuenta con espacio fiscal para apuntalar al consumo. No obstante, dos son las razones para el pesimismo en torno a dicha política: 1) el consumo no es un componente dinámico en una economía asiática con una elevada tasa de ahorro; 2) la confianza del consumidor está desplomada -tal así que las autoridades dejaron de publicar dicha estadística en abril de este año-, por lo que, lejos de fomentar el consumo, los estímulos fiscales podrían derivar en un ahorro mayor. Por estas razones es que nace el interrogante de si china se encamina a la llamada “trampa japonesa”.

No obstante, la delicada situación requiere audacia por parte de las autoridades. De hecho, la precipitación de la crisis que derivó en las quiebras mencionadas se inició con la política three red lines tomada en 2020, la cual impuso fuertes requisitos para que los desarrolladores puedan rollear deudas y derivó en la insolvencia de muchos de ellos.

Asimismo, sortear la crisis tomará tiempo. La oferta deberá acoplarse a una población que se encuentra decreciendo, ergo, una menor demanda en el largo plazo. De todos modos, aún hay espacio para ampliar el total de la población urbana (hoy en 64% vs +80% en países como USA), con una tasa de crecimiento que viene desacelerando.

Por otro lado, si se agudizara la crisis inmobiliaria -con su potencial contagio-, no sólo impactaría en forma directa el desempeño económico chino, sino que además afectaría la capacidad fiscal de los gobiernos locales para estimular el crecimiento económico.

Impactos en Argentina

Este escenario podría afectar negativamente a la Argentina. De forma directa, una menor demanda China podría presionar a la baja el precio de las commodities. Para dimensionar, en un escenario sin crisis, el FMI ya estima un crecimiento chino desacelerándose en 2023-28 al 4% anual, con el precio de las commodities no energéticas cayendo anualmente 2,8% y 1% en 2023 y 2024, respectivamente.

De forma indirecta, afectaría a importantes socios comerciales de Argentina como Brasil. Con exportaciones de Brasil a China más vinculadas al desempeño de la actividad y la industria, como el hierro y el cobre -a diferencia de nuestro país, que exporta esencialmente alimentos-, las commodities metálicas que ya se estiman cayendo al 2,6% a/a en 2024 (aunque crecerían 3,5% a/a en 2023) podrían verse muy afectadas.

Como corolario, la diversificación de los destinos de exportación -de bienes y servicios- será clave a futuro. Estrategias para estrechar aún más los lazos con mercados asiáticos como India -el de mayor población mundial-, Vietnam, Tailandia y esfuerzos por una mayor penetración en el UE -con los recursos de Vaca Muerta, por ejemplo- debe trascender los signos políticos de los gobiernos de turno.

[1] De jure las tierras, propiedad del estado, son arrendadas, con plazos de usufructo que alcanzan los 70 años para los terrenos destinados a propiedades residenciales.



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