Actividad

Nuevo paso atrás de la actividad



¿Qué pasó con la actividad en agosto?

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) exhibió una caída de 3,8% i.a. en agosto y de 1% en la medición desestacionalizada. Como resultado, acumuló una contracción de 2,3% i.a. en los primeros ocho meses del año y aún lo peor está por venir.

En lo que respecta a las distintas ramas de actividad, se destacó el crecimiento del sector primario. Por caso, el sector Agropecuario creció 6,5% i.a., mientras que Minas y canteras avanzó 3,8% i.a. No obstante, no fue suficiente para compensar el derrumbe de la Industria (-6,6% i.a.), por lo que la producción de Bienes cayó (-3,2% i.a.). Por su parte, los Servicios mostraron un retroceso significativo (-4% i.a.), como resultado de que el Comercio y la actividad de Intermediación financiera aceleraron su caída (-8,8% i.a. y -16,4% i.a., respectivamente).

¿A qué se debió esta contracción?

Si bien no hay información acerca del desempeño de la actividad durante los primeros diez días de agosto, se puede decir que, en términos generales, los principales indicadores económicos continuaban la tendencia iniciada unos meses atrás. En un marco de calma cambiaria, la desaceleración de la inflación y parcial recuperación del poder adquisitivo, la actividad comenzaba a mostrar -de la mano de un puñado de sectores- una mejora en términos interanuales.

Sin embargo, el resultado electoral de las PASO fue el detonante de una corrida cambiaria que desencadenó una creciente incertidumbre financiera sobre la segunda mitad de agosto, congelando los incipientes brotes verdes en la actividad. De hecho, la inestabilidad nominal, debilitó las referencias en el sistema de precios e impidió la realización de transacciones que se hubieran llevado a cabo en condiciones normales. Esta dinámica comprometió no solo la cadena de pagos, sino que puso en riesgo el capital de trabajo, lo que en un contexto de ausencia de financiamiento llevó a una situación de parálisis en el aparato productivo. El golpe se sintió en todos los sectores pero fue de mayor importancia en la industria, el comercio y el sector financiero, actividades centrales en la economía argentina (en conjunto concentran el 40% del PBI).

Desde el lado de la demanda tampoco llegaron buenas noticias. El impacto inflacionario del salto cambiario, en un contexto de elevada incertidumbre por el devenir de la economía en los próximos meses, redujo el consumo de las familias. Por caso, la confianza del consumidor (UTDT) cedió 5,2% i.a., a la vez que las ventas minoristas de CAME se desplomaron 20% i.a. en agosto.

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Al contrario de lo esperado a comienzos del año, la economía tendrá sus peores meses hacia el final del 2019. La principal causa será una debilitada demanda interna. La aceleración de la inflación y el consecuente deterioro de los ingresos reales -las medidas tomadas por el gobierno no serán suficientes para revertir esta tendencia- reducirá el consumo privado, dinámica que impactará negativamente en la actividad comercial e industrial. Al mismo tiempo, el elevado costo de financiamiento y la incertidumbre acerca de las políticas a tomar por el próximo gobierno frenan cualquier tipo de inversión productiva, lo que repercute con mayor dureza en la construcción, la actividad inmobiliaria y el sector financiero, con un mercado de crédito muy limitado.

De todas formas, el sector primario (especialmente el Agro y Minas y Canteras impulsado por Vaca Muerta) continuará con cierto dinamismo, en tanto su actividad está mas vinculada al comercio exterior que a la demanda doméstica y experimentan condiciones intrínsecas favorables. Las ramas proveedoras de estos sectores también podrán tener una relativa buena performance en lo que queda del año, aunque con ciertas limitaciones por la falta de crédito.

Estos elementos no serán suficientes para torcer el rumbo en los próximos meses, y en consecuencia, la economía se contraerá en torno al 2,7% i.a. en 2019, dejando un importante arrastre negativo para el 2020.



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