Empleo e Ingresos

Otro ciclo presidencial con pérdida del poder adquisitivo



Los salarios de la economía crecieron 8,9% mensual en diciembre. Más allá de la performance de los salarios del sector formal (9,0%) e informal (7,6%), los aumentos salariales no tuvieron comparación con la inflación de diciembre, que ascendió al 25,5%, sufriendo una caída de magnitud histórica: en diciembre los salarios sufrieron una pérdida mensual en términos reales del 13,2% en promedio (y -18,9% i.a.).

A lo largo del año la caída promedio del salario de la economía fue de -3,7% i.a, marcando el sexto año consecutivo de pérdida del poder adquisitivo. El deterioro fue común a casi todos: los salarios del sector privado registrado cayeron -2,3% i.a. en promedio, mientras que la caída llegó a -16,4% i.a. en promedio de los no registrados.

Si bien seguramente veremos sindicatos -en algunos casos importantes- que lograrán acuerdos virtualmente indexados a la inflación pasada, no esperamos que esto sea un fenómeno generalizado. El resultado será una continuidad del deterioro del poder adquisitivo a lo largo del verano, que estimamos será de superior a 10% pero que además profundizará la disparidad salarial entre distintos sectores.

¿Cómo cerraron el año los salarios de la economía?

El INDEC informó que los salarios de la economía crecieron 8,9% mensual en diciembre. Más allá de la performance de los salarios del sector formal (9,0%) e informal (7,6%), los aumentos salariales no tuvieron comparación con la inflación de diciembre, que ascendió al 25,5%, sufriendo una caída de magnitud histórica: en diciembre los salarios sufrieron una pérdida mensual en términos reales del 13,2% en promedio (y -18,9% i.a.), retrocediendo 20,5% entre agosto y diciembre. Tomando como base el dato de los salarios privados de trabajadores estables (RIPTE), cuya serie disponible es más extensa, la contracción mensual fue la más importante de la serie que se inicia en 1994, dando cuenta de un salario real que volvió a niveles de septiembre 2003.

De este modo, a lo largo del año la caída promedio del salario de la economía fue de -3,7% i.a, marcando el sexto año consecutivo de pérdida del poder adquisitivo. El deterioro fue común a casi todos: los salarios del sector privado registrado cayeron -2,3% i.a. en promedio, mientras que la caída llegó a -16,4% i.a. en promedio de los no registrados. De todas maneras, los salarios del sector público mostraron una estabilidad en el promedio de 2023 (+1,1% i.a.). Vale decir que, en el caso de los trabajadores informales, el salario publicado tiene un rezago de aproximadamente 5 meses, por lo que la caída resulta más abultada, ya que la mayor nominalidad de la economía en general no se ve plasmada en estos salarios. No obstante, hasta julio, el período comparable, la perdida era en torno a 13%, ya significativamente mayor que la de los trabajadores registrados (una estabilidad de 0,5% en aquel momento).

En suma, no se logró poner plata en el bolsillo de la gente, y tomando como referencia los cuatro años del gobierno del Frente de Todos, el salario real de la economía cayó alrededor de 11%. Si sumamos los cuatro años previos de Cambiemos, el deterioro supera 25%. No será 2024 un año en que esto se revierta.

¿Qué esperamos para 2024?

El shock nominal que significó la devaluación y que continuará con las sucesivas subas de tarifas y precios Regulados se trasladará a la dinámica salarial. Sin embargo, la fuerte recesión actuará moderando las demandas salariales. Si bien seguramente veremos sindicatos -en algunos casos importantes- que lograrán acuerdos virtualmente indexados a la inflación pasada, no esperamos que esto sea un fenómeno generalizado. El resultado será una continuidad del deterioro del poder adquisitivo a lo largo del verano, que estimamos será de superior a 10% pero que además profundizará la disparidad salarial entre distintos sectores.

Una segunda lectura de este fenómeno es que la ausencia de una pauta salarial por parte del Gobierno busca paritarias libres que favorezcan a los trabajadores de sectores más productivos, que pueden seguir pagando salarios relativamente altos. Si la recesión – y la eventual mayor competencia– no permite el traslado a precios en algún sector en particular, la remuneración de dicho sector será menor y se convertirá en una señal para que los trabajadores busquen otros empleos mejores pagos. La liberación de los precios también tiene este aspecto, y busca que los precios -en este caso los salarios- sean informativos acerca de que tan productivo para una sociedad es un determinado sector.

Por este motivo, empezaremos a ver cierta disociación entre el derrotero del salario real hacía dentro de los trabajadores registrados. Los privados continuarán siguiendo de cerca, con vaivenes, a la inflación gracias a que la vigencia de las paritarias seguirá siendo acotada en ausencia de una pauta salarial, máxime considerando un sector sindical que se muestra combativo ante el cambio de aire. Por su parte, los trabajadores públicos sufrirán un deterioro mayor producto del ahorro del gasto que pretenderá hacer el Gobierno en sus diferentes niveles.

Finalmente, no prevemos que haya una recuperación en los trabajadores informales. La ausencia de paritarias y una mayor cantidad de potenciales trabajadores ante la necesidad de apuntalar los ingresos familiares dará espacio para que este grupo absorba la mayor parte del ajuste salarial. En un escenario en donde la ayuda social estará condicionada con los objetivos fiscales del Gobierno, es probable que las dificultades no tarden en aparecer para esta parte de la sociedad.



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